Ala Memoria de TODAS las Madres del Mundo EN ESPECIAL a mi Madre Hipolita Benitez Sanjuan
que Murio hace 20 años y aun la Recuerdo y extraño.
que Murio hace 20 años y aun la Recuerdo y extraño.
Por Pablo Ramos y Ahmed Valtier
REVISTA ATISBO No. 10 Diciembre del 2007
AUNQUE SU
CITA CON LA HISTORIA DURO SOLO UN INSTANTE, AQUEL ACTO PATRIÓTICO LO VALIÓ LA
GLORIA Y EL RESPETO, TANTO DE AMIGOS COMO DE ENEMIGOS.
Personaje heróico de la Invasión Americana de 1846, María Josefa
Zozaya ha sido siempre vinculada con el patriotismo desplegado por la población
civil, en especial el demostrado por el sexo femenino, durante los sangrientos
combates de la Batalla de Monterrey .Su osado acto de llevar municiones y
arengar a las tropas mexicanas cuando se combatía a los yanquis a solo una
cuadra de la plaza principal, fue reconocido y homenajeado no solo en su propia
época, sino también por ambos contendientes.“Noble matrona, personificación
hermosa de la patria misma” la llamó Guillermo Prieto, uno de los primeros
cronistas de la guerra; mientras que un periodista norteamericano se refirió a
ella bajo el termino de “bello ideal del heroísmo”.
Aunque es
importante recalcar y dejar constancia que no fue la única mujer que destacó por
su valor y determinación durante la lucha en Monterrey, el hecho de que haya
sido identificada y mencionada por su nombre en obras tan tempranas como
“Apuntes para la Guerra entre México y Estados Unidos”, publicada en 1849 a
penas a un año de concluido el conflicto, ha contribuido a que sobresalga con
mayor notoriedad que las otras heroínas.A diferencia de las obscuras y anónimas
soldaderas que también participaron en la batalla, algunas de las cuales –según
testimonios de soldados norteamericanos- llegaron incluso hasta perder la vida
durante los tiroteos en las calles de Monterrey, María Josefa Zozaya pertenecía
a una acomodada familia de la ciudad; elemento importante que favorecería a su
posterior reconocimiento.
“CHEPITA”Originaria de Villagran,
Tamaulipas, antiguo Real de Borbón, un pueblo a escaso 50 kilómetros al sur de
Linares, no muy lejos de la sierra y de los limites con el estado de Nuevo León,
la futura “heroína de la Batalla de Monterrey” nació un 14 de Octubre de 1822.
De acuerdo a los registros parroquiales de la iglesia de La Inmaculada
Concepción, también conocida como de Santa María en Villagrán, fue bautizada con
el nombre de María Eduarda Josefa Francisca Zozaya Valdez. Sus padres fueron
Cristóbal Zozaya Flores, con familiares en Lampazos, Nuevo León, y su madre
Maria Gertrudis Valdés del Valle.Poco se sabe de la infancia de Josefa, o
“Chepita” como era llamada con cariño en la familia, con excepción de que debió
crecer en compañía de sus hermanos Vicente, José Francisco Javier y María
Francisca de Paula, todos mayores que ella; y que a los 13 años de edad, en
1835, su madre Maria Gertrudis Valdés murió a causa de hidropesia, recibiendo “a
tiempo los sagrados sacramentos”.Pero la viudez de su padre no duraría mucho
tiempo. En menos de 2 años don Cristóbal Zozaya volvería a casarse con una joven
de Cd. Victoria, Tamulipas, María Teresa Chavarri, matrimonio del que
procrearían a Juan Miguel Zozaya Chavarri, último hermano de Chepita, y quien
viviría hasta 1916 en Linares, Nuevo Léon.La familia Zozaya recibiría nuevamente
otro duro golpe cuando don Cristóbal Zozaya falleció en Villagrán en Marzo de
1840. Vicente, el hijo mayor, quedaría como nueva cabeza de familia, y
seguramente a cargo tanto de los bienes familiares, como del cuidado de sus
hermanas Maria Francisca y Josefa.Para una joven huerfana, bella y de escasos 17
años como Chepita, no es difícil imaginar que un buen matrimonio representaba la
mejor opción para encontrar su bienestar social y seguridad económica.A escasos
6 meses de la muerte de su padre y justo el día que cumplió sus 18 años, el 14
de Octubre de 1840, Josefa fue llevada al altar de la parroquia de Villagran,
Tamaulipas, por Manuel Urbano de la Garza Flores. Originario de Lampazos, Nuevo
León, Manuel Urbano era un rico viudo de 24 años, proveniente de una familia de
terratenientes con ranchos y propiedades en Nuevo León y Tamulipas, y con un
largo abolengo en la región. En los viejos mapas del estado de Tamaulipas había
incluso un lugar llamado Garza Flores.Aunque existía cierto parentesco y lazos
consanguíneos entre Josefa y Manuel Urbano por el lado materno, la iglesia local
les otrogó una dispensa para realizar el matrimonio. En la boda Vicente Zozaya,
hermano mayor de Chepita, firmó como testigo.Convertida ahora en señora de la
Garza Flores, Josefa continuó viviendo en su pueblo natal Villagrán, sitio en
donde daría a luz a sus hijas, Juana Romana del Refugio, el 18 de Agosto de
1841, y posteriormente María Trinidad. Mientras tanto su esposo se dedica a
trabajar y recorrer las distintas fincas que él poseía.La vida tal vez hubiera
pasado tranquila y apacible para Josefa, criando a sus hijos y al cuidado de su
casa en un pequeño pueblo del noreste mexicano, probablemente no muy diferente a
la de cualquier otra mujer de su época, de no ser por los inesperados cambios y
rumbos que a veces toma el destino, sobre todo cuando se presentan una tragedia
familiar.En Octubre de 1844 Manuel Urbano caé súbitamente enfermo mientras se
encuentra visitando su rancho “El Borrego” y fallece en los siguientes días de
fiebre. La muerte es tan repentina que no tiene tiempo para recibir “los últimos
sacramentos o hacer su testamento”.Viuda a los 22 años y con dos hijas pequeñas,
la mayor de escasos tres años de edad, Josefina da un giro a su vida y decide
dejar la vida rural y el pueblo en donde ha pasado toda su existencia, emigrando
a Monterrey en búsqueda tal vez la seguridad y comodidad de una ciudad. Si bien
se desconoce el momento preciso en que llegó a Monterrey (un historiador ha
sugerido que fue a principios de 1845), lo que sí es posible afirmar es que para
el verano de 1846 se encuentra ya ocupando una enorme y bella casa propiedad de
la familia de su difunto marido: los Garza Flores. Situada justo frente a la
Catedral y la plaza principal de la ciudad -posteriormente calles de Corregidora
y Zuazua- con el pasar del tiempo el edificio se convertirá en el Hotel
Continental.
VALOR EN MONTERREY
Mientra tanto los vientos de guerra soplaban ya sobre la frontera y
pronto tomarían dirección hacia Monterrey. La dificultades con Texas y la
posterior admisión de ese territorio a la Unión Americana, conducirían
finalmente a un enfrentamiento entre México y los Estados Unidos, cuyos primeros
campos de batalla se desarrollaron en la margen norte del Rió Bravo.Tras las
derrotas de Palo Alto y Resaca de Guerrero y la evacuación de Matamoros, el
ejército mexicano se retiró primero a Linares y después a Monterrey. Inminente
de un avance de los norteamericanos sobre la capital de Nuevo León, desde
pricipios de Junio de 1846 los trabajos de fortificación de la ciudad dieron
inicio, labor que continuó sin interrupción durante los siguientes tres meses.Se
edificaron fortines, se levantaron murallas y se cavaron trincheras en las
bocacalles. Sobre los techos de las casas se construyeron parapetos y en las
paredes se abrieron aspilleras o aberturas para asomar los mosquetes desde
adentro. Todo esto causando expectativa y temor entre los habitantes de
Monterrey por los acontecimientos que podrían sobrevenir. El miedo latente por
parte la población de quedar atrapada en medio de una batalla, provocó que
algunas familias comenzaran a abandonar la ciudad. Muchos partieron en busca de
refugio, ya fuera a sus fincas en los alrededores o con familiares en otros
poblados.A pesar de tener la oportunidad de poder marcharse a Villagran, su
pueblo natal, Josefa Zozaya tomó la decisión de permanecer en Monterrey con sus
hijas y enfrentar valientemente la situación, cualquiera que esta fuera. Su
casa, por estar estrategicamente situada frente a la plaza principal, el último
recinto defensivo en el plan de combate del General Pedro de Ampudia, comandante
del Ejército Mexicano, fue ocupada con tropas que se colocaron en la azotea.
Desde ahí era posible dominar el paso de varias calles.El 19 de Septiembre la
batalla dio inicio cuando una sólida columna de cerca de 6,250 soldados
norteamericanos se presentó ante Monterrey, por el camino que venía de Marín,
seguidos por sus cañones y carretas de suministros. Desde la Ciudadela, el
principal fuerte mexicano que dominaba el acceso por el norte, la artillería de
grueso calibre comenzó a hacer fuego, anunciado claramente a la población la
inminencia del conflicto.“Las familias que hasta entonces no habían emigrado”
-narró un testigo- “ahora abandonaban en tropel sus hogares con el terror en los
semblantes. Escenas de dolor y ternura se veían por todas partes....la joven
sosteniendo los pasos del trémulo anciano, el padre cariñoso llevando en brazos
á sus hijos..”. Durante los siguiente días la batalla rabió con una intensidad
nunca antes vista en Monterrey, con una serie de asaltos y ataques frontales de
los yanquis, que iban de la periferia hacia en interior. Primero sobre los
fortines en los suburbios; y después de tomar algunos de ellos, avanzando hacia
las barricadas en las calles.“El 23 (de Septiembre) al amanecer” –escribió un
oficial mexicano- “ya se había abandonado la primera linea y reconcentrado en la
última toda la fuerza, que quedó reducida al pequeño recinto de la Plaza de
Armas, blanco de las bombas y granadas”.“Los americanos fueron por consiguiente
dueños de toda la población, que penetraron en el acto, horadando paredes y
circundándonos de rifleros, que antes eran nulos y entonces ya se hacían
respetables”.Posesionados de varias casas contiguas a la plaza principal, varias
compañías de Rifleros de Mississippi armados con sus rifles rayados Withnfield,
de mayor precisión que los mosquetes normales, comienzan a hacer fuego desde la
parte alta de los edificios.Los soldados mexicanos apostados en las azoteas
aledañas, incluyendo los que se encuentran sobre la casa de Josefa Zozaya,
responden al tiroteo y el combate se generaliza por entre los techos. La balas
silban y caen como granizo, revotando en los sillares de los parapetos.Las
municiones se consumen y es necesario pertechar a las tropas. Su cita con el
destino ha llegado para Josefa Zozaya, y con valor y determinación enfrenta su
momento en la historia. A riesgo de su vida sube voluntariamente a la azotea y
desdeñando no solo su condición de mujer y madre de dos hijas pequeñas, sino
también de la fatal precisión de los “rifles Mississippi”, lleva pólvora y balas
para todo aquel que las necesite.José María Roa Bárcenas, Guillermo Prieto,
David Alberto Cossío, Ricardo Covarrubias, Santiago Roel, muchos son los
historiadores y escritores que han descrito este acto patriótico: “animó y
municionó a la tropa”; “logró infundirles ánimo en la lucha”; “inyectó nuevos
alientos a los defensores”. Su osado desprecio al peligro, presentandose
valientemente en la primera linea del combate durante uno de los momento más
dificiles del conflicto, ha sido justa razón para que sea llamada la “Heroína de
Monterrey”.
SUS ULTIMOS AÑOS
La vida de Josefa Zozaya después de la Invasión Americana no es muy
fértil en información. Los datos sobre ella son más bien escuetos, limitados a
solo a anotaciones de archivos. En la década de 1850 se casó en segundas nupcias
con su cuñado, Juan Martín de la Garza Flores, quien durante un corto período
fue gobernador de Tamaulipas. Vivió en Matamoros y tuvo cuatro hijos más: Adela,
Lucas, Juan Martín y María Expectación.De acuerdo a algunos historiadores, murió
en 1860, a los 37 o 38 años de edad y fue aparentemente enterrada en Matamoros,
Tamaulipas. Sin embargo aun no se han encontrado evidencias de su tumba.María
Dellinger de la Garza, biógrafa y descendiente directa de Chepita (radicada en
Brownsville, Texas) durante años ha tratado infructuosamente de localizar su
tumba.En su libro “María Josefa Zozaya. La heroína de la Batalla de Monterrey”
escribió: “Hemos buscado su registro de muerte en Matamoros, así como también en
otros lugares y no se ha encontrado nada . Asumimos que ella murió en alguna de
las muchas propiedades de la familia Garza Flores y que fue enterrada en un
cementerio familiar”.Tal vez sus restos mortales no se hallen en Matamoros; ni
en la cripta familiar de algún rancho de Tamaulipas o Nuevo León; o ni incluso
en Brownsville, Texas, como ha sugerido también el historiador Ricardo
Covarrubias; sino a más de mil kilómetros de distancia, en la Cd. de México.
Existe evidencia de que Josefa vivió en la capital del país, sitio donde
nacieron tres de sus vástagos, incluyendo María Expectación, su última hija que
dio a luz el 25 de Diciembre de 1855. Su fé de bautizo quedó registrada en la
Iglesia de la Asunción, ubicada en la actual Delegación Cuahtemoc. La posibiliad
de encontrar su tumba en México da a pie a la esperanza de tener un sitio en
donde honrar a esta valerosa mujer, pero sobre todo, de traer quizás algun día
sus restos a Monterrey, el lugar en donde se inmortalizó en la historia.
Un hallazgo reciente de
el T.C. Palmerin menciona que murió el 17 de Octubre de 1858 en Matamoros,
Tamaulipas muerta a los 36 años. dejando en la orfandad a sus tres pequeños
hijos,y sin saber con exactitud donde se encuentran sus restos, solo se
menciona que fue enterrada en el panteón de la iglesia de Matamoros.
En la actualidad existen descendientes de esta heroína
Maria Josefa Zozaya YA que su hija JUANA ROMANA DE LA GARZA ZOZAYA quien se caso
en 1860 con el Dr. Manuel Zacarias Doria Gonzalez teniendo varios hijos..hace meses
murio Don Juan B.Morales Doria .descendiente de la heroina de Monterrey.
VISITA MONTERREY TIERRA DE HISTORIA Y
TRADICION.
Muy interesante artículo sobre la Heroína de la Batalla de Monterrey. Gracias por compartir este blog. Hace unas semanas estuve en Monterrey después de 15 años de ausencia y estuve en la Plaza histórica de la Batalla de Monterrey de la que tuve noticias por primera vez gracias a este Blog. De Verdad Pablo, gracias por la difusión de toda la valiosa información que compartes. Un Saludo.
ResponderBorrarSaludos JORGE ELIAS me hubiera gustado saludarte pero era en otra ocasion,GRACIAS por tus palabras para este BLOG y por conocer la PLAZA HISTORICA DE LA BATALLA DE MONTERREY DE 1846 que honra a los caidos del 46, y esta historia continuara....
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