jueves, 2 de enero de 2020

LOS HEROES DE MONTERREY DE 1846




por: Pablo Ramos.



MENSAJE DEL MAESTRO UNIVERSITARIO MIGUEL ANGEL GONZALEZ SOBRE LA INAUGURACIÓN DE LA PLACA DE LA BATALLA DE MONTERREY DE 1846.

21 de Septiembre de 2011.


"Muchas personas y organizaciones merecen nuestra gratitud por la celebración de esta fecha y esta batalla. Especialmente admirable ha sido la tenacidad de Pablo Ramos y Ahmed Valtier, que han soñado con darles un justo reconocimiento a los defensores de Monterrey.


Hoy, hace 165 años, el lugar que pisamos fue un escenario desolador. Imagínense la escena de la batalla:Las calles polvosas regadas de hombres, algunos muertos, otros muriendo; con un fuerte olor a pólvora y sangre; en medio de un ruido ensordecedor, nutrido por cañonazos y metralla, mezclado con gritos, unos de ánimo, otros de dolor.

Muchos de esos cuerpos esparcidos eran de jóvenes: muchachos que apenas empezaban a vivir, jóvenes que jamás regresarían al seno de sus familias o conocerían otra primavera o sentirían una brisa veraniega; jóvenes que ya no probarían los pequeños y grandes placeres que nos da la vida.
Con el optimismo de la juventud no amanecieron ese día pensando que sería el último de sus vidas y que estos campos serían su sepulcro.

Lo que aconteció me recuerda la frase del poeta, Walt Whitman: “Me entrego al barro para renacer en la hierba amada; búscame bajo las suelas de tus zapatos”. Por mucho tiempo hemos buscado a esos valientes, pero el dolor de la derrota hizo que muchos los hayan borrado de nuestra memoria.

Pero yo les afirmo que la memoria es la única forma que no mueren los que han muerto; los mantenemos vivos en nuestro propio vivir, les devolvemos la vida con la misma nuestra.


La injusticia que hemos cometido con esos valientes se empieza a corregir el día de hoy.





Un ejercicio de honestidad nos obliga a hacer una reflexión: ¿Valió la pena el sacrificio de aquellos jóvenes? Al fin y al cabo México perdió la batalla, perdió la guerra, perdió la mitad de su territorio.

La respuesta, también honesta, es que sí valió la pena porque escogieron no vivir arrodillados.
 Lucharon para mantener la integridad de la nación, en su camino por construir un país libre y justo. Nosotros, y el país que habitamos somos la razón por la que ellos murieron. Por eso, más que cualquiera otra consideración, merecen este reconocimiento.


Finalmente, de esos héroes, que con su sangre consagraron este suelo,
 podemos sacar inspiración para seguir luchando por un país mejor para nuestros hijos. "

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