miércoles, 8 de enero de 2014

MARIA JOSEFA ZOZAYA, LA HEROINA DE LA BATALLA DE MONTERREY


Por Pablo Ramos y Ahmed Valtier


REVISTA ATISBO No. 10 Diciembre del 2007

AUNQUE SU CITA CON LA HISTORIA DURO SOLO UN INSTANTE, AQUEL ACTO PATRIÓTICO LO VALIÓ LA GLORIA Y EL RESPETO, TANTO DE AMIGOS COMO DE ENEMIGOS.

Personaje heróico de la Invasión Americana de 1846, María Josefa Zozaya ha sido siempre vinculada con el patriotismo desplegado por la población civil, en especial el demostrado por el sexo femenino, durante los sangrientos combates de la Batalla de Monterrey .Su osado acto de llevar municiones y arengar a las tropas mexicanas cuando se combatía a los yanquis a solo una cuadra de la plaza principal, fue reconocido y homenajeado no solo en su propia época, sino también por ambos contendientes.“Noble matrona, personificación hermosa de la patria misma” la llamó Guillermo Prieto, uno de los primeros cronistas de la guerra; mientras que un periodista norteamericano se refirió a ella bajo el termino de “bello ideal del heroísmo”.
Aunque es importante recalcar y dejar constancia que no fue la única mujer que destacó por su valor y determinación durante la lucha en Monterrey, el hecho de que haya sido identificada y mencionada por su nombre en obras tan tempranas como “Apuntes para la Guerra entre México y Estados Unidos”, publicada en 1849 a penas a un año de concluido el conflicto, ha contribuido a que sobresalga con mayor notoriedad que las otras heroínas.A diferencia de las obscuras y anónimas soldaderas que también participaron en la batalla, algunas de las cuales –según testimonios de soldados norteamericanos- llegaron incluso hasta perder la vida durante los tiroteos en las calles de Monterrey, María Josefa Zozaya pertenecía a una acomodada familia de la ciudad; elemento importante que favorecería a su posterior reconocimiento.
“CHEPITA”Originaria de Villagran, Tamaulipas, antiguo Real de Borbón, un pueblo a escaso 50 kilómetros al sur de Linares, no muy lejos de la sierra y de los limites con el estado de Nuevo León, la futura “heroína de la Batalla de Monterrey” nació un 14 de Octubre de 1822. De acuerdo a los registros parroquiales de la iglesia de La Inmaculada Concepción, también conocida como de Santa María en Villagrán, fue bautizada con el nombre de María Eduarda Josefa Francisca Zozaya Valdez. Sus padres fueron Cristóbal Zozaya Flores, con familiares en Lampazos, Nuevo León, y su madre Maria Gertrudis Valdés del Valle.Poco se sabe de la infancia de Josefa, o “Chepita” como era llamada con cariño en la familia, con excepción de que debió crecer en compañía de sus hermanos Vicente, José Francisco Javier y María Francisca de Paula, todos mayores que ella; y que a los 13 años de edad, en 1835, su madre Maria Gertrudis Valdés murió a causa de hidropesia, recibiendo “a tiempo los sagrados sacramentos”.Pero la viudez de su padre no duraría mucho tiempo. En menos de 2 años don Cristóbal Zozaya volvería a casarse con una joven de Cd. Victoria, Tamulipas, María Teresa Chavarri, matrimonio del que procrearían a Juan Miguel Zozaya Chavarri, último hermano de Chepita, y quien viviría hasta 1916 en Linares, Nuevo Léon.La familia Zozaya recibiría nuevamente otro duro golpe cuando don Cristóbal Zozaya falleció en Villagrán en Marzo de 1840. Vicente, el hijo mayor, quedaría como nueva cabeza de familia, y seguramente a cargo tanto de los bienes familiares, como del cuidado de sus hermanas Maria Francisca y Josefa.Para una joven huerfana, bella y de escasos 17 años como Chepita, no es difícil imaginar que un buen matrimonio representaba la mejor opción para encontrar su bienestar social y seguridad económica.A escasos 6 meses de la muerte de su padre y justo el día que cumplió sus 18 años, el 14 de Octubre de 1840, Josefa fue llevada al altar de la parroquia de Villagran, Tamaulipas, por Manuel Urbano de la Garza Flores. Originario de Lampazos, Nuevo León, Manuel Urbano era un rico viudo de 24 años, proveniente de una familia de terratenientes con ranchos y propiedades en Nuevo León y Tamulipas, y con un largo abolengo en la región. En los viejos mapas del estado de Tamaulipas había incluso un lugar llamado Garza Flores.Aunque existía cierto parentesco y lazos consanguíneos entre Josefa y Manuel Urbano por el lado materno, la iglesia local les otrogó una dispensa para realizar el matrimonio. En la boda Vicente Zozaya, hermano mayor de Chepita, firmó como testigo.Convertida ahora en señora de la Garza Flores, Josefa continuó viviendo en su pueblo natal Villagrán, sitio en donde daría a luz a sus hijas, Juana Romana del Refugio, el 18 de Agosto de 1841, y posteriormente María Trinidad. Mientras tanto su esposo se dedica a trabajar y recorrer las distintas fincas que él poseía.La vida tal vez hubiera pasado tranquila y apacible para Josefa, criando a sus hijos y al cuidado de su casa en un pequeño pueblo del noreste mexicano, probablemente no muy diferente a la de cualquier otra mujer de su época, de no ser por los inesperados cambios y rumbos que a veces toma el destino, sobre todo cuando se presentan una tragedia familiar.En Octubre de 1844 Manuel Urbano caé súbitamente enfermo mientras se encuentra visitando su rancho “El Borrego” y fallece en los siguientes días de fiebre. La muerte es tan repentina que no tiene tiempo para recibir “los últimos sacramentos o hacer su testamento”.Viuda a los 22 años y con dos hijas pequeñas, la mayor de escasos tres años de edad, Josefina da un giro a su vida y decide dejar la vida rural y el pueblo en donde ha pasado toda su existencia, emigrando a Monterrey en búsqueda tal vez la seguridad y comodidad de una ciudad. Si bien se desconoce el momento preciso en que llegó a Monterrey (un historiador ha sugerido que fue a principios de 1845), lo que sí es posible afirmar es que para el verano de 1846 se encuentra ya ocupando una enorme y bella casa propiedad de la familia de su difunto marido: los Garza Flores. Situada justo frente a la Catedral y la plaza principal de la ciudad -posteriormente calles de Corregidora y Zuazua- con el pasar del tiempo el edificio se convertirá en el Hotel Continental.

VALOR EN MONTERREY

Mientra tanto los vientos de guerra soplaban ya sobre la frontera y pronto tomarían dirección hacia Monterrey. La dificultades con Texas y la posterior admisión de ese territorio a la Unión Americana, conducirían finalmente a un enfrentamiento entre México y los Estados Unidos, cuyos primeros campos de batalla se desarrollaron en la margen norte del Rió Bravo.Tras las derrotas de Palo Alto y Resaca de Guerrero y la evacuación de Matamoros, el ejército mexicano se retiró primero a Linares y después a Monterrey. Inminente de un avance de los norteamericanos sobre la capital de Nuevo León, desde pricipios de Junio de 1846 los trabajos de fortificación de la ciudad dieron inicio, labor que continuó sin interrupción durante los siguientes tres meses.Se edificaron fortines, se levantaron murallas y se cavaron trincheras en las bocacalles. Sobre los techos de las casas se construyeron parapetos y en las paredes se abrieron aspilleras o aberturas para asomar los mosquetes desde adentro. Todo esto causando expectativa y temor entre los habitantes de Monterrey por los acontecimientos que podrían sobrevenir. El miedo latente por parte la población de quedar atrapada en medio de una batalla, provocó que algunas familias comenzaran a abandonar la ciudad. Muchos partieron en busca de refugio, ya fuera a sus fincas en los alrededores o con familiares en otros poblados.A pesar de tener la oportunidad de poder marcharse a Villagran, su pueblo natal, Josefa Zozaya tomó la decisión de permanecer en Monterrey con sus hijas y enfrentar valientemente la situación, cualquiera que esta fuera. Su casa, por estar estrategicamente situada frente a la plaza principal, el último recinto defensivo en el plan de combate del General Pedro de Ampudia, comandante del Ejército Mexicano, fue ocupada con tropas que se colocaron en la azotea. Desde ahí era posible dominar el paso de varias calles.El 19 de Septiembre la batalla dio inicio cuando una sólida columna de cerca de 6,250 soldados norteamericanos se presentó ante Monterrey, por el camino que venía de Marín, seguidos por sus cañones y carretas de suministros. Desde la Ciudadela, el principal fuerte mexicano que dominaba el acceso por el norte, la artillería de grueso calibre comenzó a hacer fuego, anunciado claramente a la población la inminencia del conflicto.“Las familias que hasta entonces no habían emigrado” -narró un testigo- “ahora abandonaban en tropel sus hogares con el terror en los semblantes. Escenas de dolor y ternura se veían por todas partes....la joven sosteniendo los pasos del trémulo anciano, el padre cariñoso llevando en brazos á sus hijos..”. Durante los siguiente días la batalla rabió con una intensidad nunca antes vista en Monterrey, con una serie de asaltos y ataques frontales de los yanquis, que iban de la periferia hacia en interior. Primero sobre los fortines en los suburbios; y después de tomar algunos de ellos, avanzando hacia las barricadas en las calles.“El 23 (de Septiembre) al amanecer” –escribió un oficial mexicano- “ya se había abandonado la primera linea y reconcentrado en la última toda la fuerza, que quedó reducida al pequeño recinto de la Plaza de Armas, blanco de las bombas y granadas”.“Los americanos fueron por consiguiente dueños de toda la población, que penetraron en el acto, horadando paredes y circundándonos de rifleros, que antes eran nulos y entonces ya se hacían respetables”.Posesionados de varias casas contiguas a la plaza principal, varias compañías de Rifleros de Mississippi armados con sus rifles rayados Withnfield, de mayor precisión que los mosquetes normales, comienzan a hacer fuego desde la parte alta de los edificios.Los soldados mexicanos apostados en las azoteas aledañas, incluyendo los que se encuentran sobre la casa de Josefa Zozaya, responden al tiroteo y el combate se generaliza por entre los techos. La balas silban y caen como granizo, revotando en los sillares de los parapetos.Las municiones se consumen y es necesario pertechar a las tropas. Su cita con el destino ha llegado para Josefa Zozaya, y con valor y determinación enfrenta su momento en la historia. A riesgo de su vida sube voluntariamente a la azotea y desdeñando no solo su condición de mujer y madre de dos hijas pequeñas, sino también de la fatal precisión de los “rifles Mississippi”, lleva pólvora y balas para todo aquel que las necesite.José María Roa Bárcenas, Guillermo Prieto, David Alberto Cossío, Ricardo Covarrubias, Santiago Roel, muchos son los historiadores y escritores que han descrito este acto patriótico: “animó y municionó a la tropa”; “logró infundirles ánimo en la lucha”; “inyectó nuevos alientos a los defensores”. Su osado desprecio al peligro, presentandose valientemente en la primera linea del combate durante uno de los momento más dificiles del conflicto, ha sido justa razón para que sea llamada la “Heroína de Monterrey”.

SUS ULTIMOS AÑOS

La vida de Josefa Zozaya después de la Invasión Americana no es muy fértil en información. Los datos sobre ella son más bien escuetos, limitados a solo a anotaciones de archivos. En la década de 1850 se casó en segundas nupcias con su cuñado, Juan Martín de la Garza Flores, quien durante un corto período fue gobernador de Tamaulipas. Vivió en Matamoros y tuvo cuatro hijos más: Adela, Lucas, Juan Martín y María Expectación.De acuerdo a algunos historiadores, murió en 1860, a los 37 o 38 años de edad y fue aparentemente enterrada en Matamoros, Tamaulipas. Sin embargo aun  no se han encontrado evidencias de su tumba.María Dellinger de la Garza, biógrafa y descendiente directa de Chepita (radicada en Brownsville, Texas) durante años ha tratado infructuosamente de localizar su tumba.En su libro “María Josefa Zozaya. La heroína de la Batalla de Monterrey” escribió: “Hemos buscado su registro de muerte en Matamoros, así como también en otros lugares y no se ha encontrado nada . Asumimos que ella murió en alguna de las muchas propiedades de la familia Garza Flores y que fue enterrada en un cementerio familiar”.Tal vez sus restos mortales no se hallen en Matamoros; ni en la cripta familiar de algún rancho de Tamaulipas o Nuevo León; o ni incluso en Brownsville, Texas, como ha sugerido también el historiador Ricardo Covarrubias; sino a más de mil kilómetros de distancia, en la Cd. de México. Existe evidencia de que Josefa vivió en la capital del país, sitio donde nacieron tres de sus vástagos, incluyendo María Expectación, su última hija que dio a luz el 25 de Diciembre de 1855. Su fé de bautizo quedó registrada en la Iglesia de la Asunción, ubicada en la actual Delegación Cuahtemoc. La posibiliad de encontrar su tumba en México da a pie a la esperanza de tener un sitio en donde honrar a esta valerosa mujer, pero sobre todo, de traer quizás algun día sus restos a Monterrey, el lugar en donde se inmortalizó en la historia.

Un hallazgo reciente de el T.C. Palmerin menciona que murió el 17 de Octubre de 1858 en Matamoros, Tamaulipas muerta a los 36 años. dejando en la orfandad a sus tres pequeños hijos,y  sin saber con exactitud donde se encuentran sus restos, solo se menciona que fue enterrada en el panteón de la iglesia de Matamoros.

En la actualidad existen descendientes de esta heroína Maria Josefa Zozaya YA que su hija JUANA ROMANA DE LA GARZA ZOZAYA quien se caso en 1860 con el Dr. Manuel Zacarias Doria Gonzalez teniendo varios hijos..hoy murio Don Juan B.Morales Doria .descendiente de la heroina de Monterrey.


VISITA MONTERREY TIERRA DE HISTORIA Y TRADICION.

11 comentarios:

  1. DON PEDRO. COMO MEXICANO APRECIO SUS INVESTIGACIONES. POR SU APELLIDO CREO QUE DEBE SER FAMILIAR DEL GRAL. AMPUDIA, QUIEN LUCHO EN ESAS BATALLAS CONTRA LOS GRINGOS.SE CREE QUE HUBO OTRA MUJER APELLIDADA DOS AMANTES QUE TAMBIEN ESTUBO EN ESA LUCHA. AGRADECERIA MUCHO SUS COMENTARIOS AL RESPECTO. MIS RESPETOS Y GRACIAS...

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  2. ROBERTO agradezco tus comentarios para el BLOG, sin lugar adudas el General AMPUDIA quien participo en varias Batallas y Guerras que tubo Mexico, como la de Texas, la de MIER en 1842, la de Monterrey, la Angostura, la de REFORMA y en la Intervencion Francesa, muriendo en 1867, hace falta su nombre en el panteron de los Heroes Mexicanos, y efectivamente hubo tres mujeres heroinas en Monterrey, Dola Maria de Jesus DOSAMANTES, Maria Josefa Zozaya Valdes y la MAID de MONTERREY, gracias por tus amables comentarios

    saludos.

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  3. si esta muy interesante pero puede hacerlo un poco más corto!
    Pero muchas felicidades por su investigación
    ah y muchas gracias!

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  4. ta bien largo aganlo resumido se la bañan D: bueno soy juan gabriel

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  5. felicidades investiga aun mas

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  6. PEDRO ,JOSEFA MURIO EN MATAMOROS TAMAULIPAS A LA EDAD DE 36 AÑOS LA CAUSA FUE VOMITO Y FUE EL DIA 17 DE OCTUBRE DE 1858

    ATTE JORGE

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  7. PEDRO, SE ME OLVIDO DECIR QUE DÑA JOSEFA ERA ORIGINARIA DE SAN CARLOS TAMPS

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  8. yo soy familiar de doña josefa mi visabuelo era primo hermano de ella el se llamaba carlos y segun dice mi familia us restos fueron enterrados en el ejido la gavia municipio de san carlos tamaulipas donde tenia tambien familiares

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  9. Me encanto pero lo podrian hacer mas resumido y decir mas sobre lo que ella hizó en Nuevo León

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  10. largo de donde? gente que no quiere leer nada

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  11. Buen día:

    Perdonen. Muy interesante la historia. Me llamo la atención el lugar donde falleció la Sra. Doña Josefa Zuazua. Impresionante la hazaña que realizo en la batalla de Monterrey. Vivo en Matamoros Tamaulipas, y de acuerdo con una breve búsqueda de los hombres y mujeres ilustres, en el panteón mas antiguo de la ciudad no aparece registrado el nombre de la Señora Zuazua. Ademas fue esposa de un ex gobernador de Tamaulipas, el Señor Juan Martín de la Garza y Flores. De acuerdo a lo que he leido, la muerte de ambos fue por la fiebre amarilla o vomito negro. Enfermedad muy común en la costa del Golfo de México.

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