jueves, 21 de agosto de 2008
Ex convento DieguinoAntesacristía, la Portería y el Claustro
Los espacios del Ex Convento de Churubusco, donde los frailes dieguinos recibían al pueblo e impartían doctrina durante el siglo XVI, fueron reabiertos este 20 agosto a la visita pública como salas de exposición permanente del Museo Nacional de la Intervenciones (MNI), donde se exhibe una singular colección de piezas que data de los últimos años de la época prehispánica hasta finales del virreinato.
Se trata de las áreas conocidas como la Antesacristía, la Portería y el Claustro Bajo, que desde la creación de este museo, en 1981, estaban denegadas al público, y que hoy, tras un proceso de reestructuración el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) abre nuevamente como parte del recorrido museográfico de este recinto cultural, conformado por más de 13 salas.
Raymundo Alva Zavala, curador de las salas, informó que mediante esta reapertura se logra complementar el discurso museográfico de este espacio dedicado a las intervenciones extranjeras que a lo largo de la historia ha tenido nuestro país. “Con esto se incorporan los datos relativos al señorío prehispánico de Huitzilopochco, con los hallazgos arqueológicos registrados en el lugar, el arribo de los frailes dieguinos y la edificación del ex convento en 1580”.
La reapertura de estos tres espacios, —que se realizó en el marco de las celebraciones cívicas por el 161 Aniversario de la Batalla de Churubusco, que tuvo lugar en 1847—, incluye además la exhibición por primera vez de 21 piezas prehispánicas y de arte sacro, entre las que destacan dos esculturas mexicas con las representaciones de Tonantzin o madre de los dioses y de un macehual o plebeyo, ambas halladas en los años cincuenta durante las exploraciones efectuadas en el lugar.
Entre las piezas novohispanas sobresalen dos cristos de pasta de caña de maíz del siglo XVI, uno de ellos acéfalo; una de las pocas pilas bautismales hechas en barro que aún se conservan en el país; una escultura de madera y papel con la advocación de San Joaquín de 1.50 metros, que cuenta con ojos de cristal y data del siglo XVIII.
Asimismo, se exhiben diversos óleos de mediano formato con las firmas de artistas novohispanos de los siglos XVII y XVIII, como Cristóbal Villalpando, Juan Correa, Manuel de Arellano y Antonio Torres. Además de pintura mural que logró recuperarse en el interior de estos espacios, y donde se puede observar el escudo de la orden religiosa.
El historiador Alva Zavala detalló que a través de estos objetos, el público podrá complementar el recorrido cronológico del sitio, que va desde el arribo de los primeros religiosos en 1524, al antiguo señorío de Huitzilipochco, que era sede del barrio de los comerciantes, y donde se fundó un pequeño ermitorio a partir del cual se dio origen a la construcción del Ex Convento de Churubusco y la fundación de la orden franciscana.
“La mayor parte de estos objetos sirvieron como instrumento para la educación de los frailes dieguinos que se formaron aquí, así como para la evangelización de los indígenas”, explicó el historiador, al tiempo de adelantar que en el almacén del MNI se resguardan mil 200 piezas, que se expondrán mediante un proyecto de rotación de obras.
Aunado a la reapertura de estos tres espacios, se suman los trabajos de recuperación del huerto y jardín menor del inmueble conventual, que también fueron presentados al público durante la ceremonia cívica por Enriqueta Cabrera Cuarón, directora del MNI y el doctor Saúl Alcántara, director técnico de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos.
Al respecto, el especialista en arquitectura del paisaje explicó que el rescate de estas áreas verdes se logró a partir de un concurso internacional sobre jardines históricos, convocado por la Universidad de Harvard, en Estados Unidos. “Se formuló un proyecto a partir de una investigación histórica que incluyó la consulta de documentos, iconografía, mapas y planos, así como de una propuesta del uso de nuevas tecnologías para la investigación del huerto del Ex Convento de Churubusco”.
“Logramos ganar el concurso en 2005 y así se obtuvo el financiamiento del proyecto que incluyó el desarrollo de análisis de polen, el uso de radares de penetración para el subsuelo, y una serie de estudios de lo que se conoce como arqueología de jardines, que en lugar de detectar elementos pétreos, localiza vestigios vegetales”, abundó.
Alcántara añadió que con base en estos estudios se logró precisar la geometría original del jardín, la identificación de las especies de árboles frutales (membrillos, peras, perones, melocotones) que había en la Colonia, y los canales de agua que irrigaban el huerto.
El rescate de la fisonomía de estas áreas verdes, incluyó el saneamiento y retiro de árboles muertos, la rehabilitación de jardineras y la siembra de plantas medicinales que hubo en el lugar, como epazote, ruda, manzanilla, sábila y menta, etc
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